Por Fabiana Sans Arcílagos
@fabianasans
Carmen, una francesa muy española
Carmen es posiblemente una de las óperas francesas más representadas de la historia del género y, como tal, su nacimiento no fue con bombos y platillos, sino uno de los tan sonados “estrenos con fracasos” que han pasado a la historia. Fue concebida como un encargo para Bizet por la Ópera-Comique de París, ubicada en la segunda Sala Favart -consumida en un incendio en 1887-, la cual se caracterizaba por sus representaciones reflejadas en sátiras amables, suaves melodramas o comedias más bien aburguesadas. Carmen llega para romper con las buenas costumbres de la opéra-comique (que tenían un carácter familiar), produciendo la renuncia de Adolphe de Leuven, codirector del teatro.
Bizet desarrolla la historia de su última ópera en Sevilla, en un ambiente gitano de taberna y amor libre, situación que pudo enfadar a muchos franceses, tanto por sus personajes como por los motivos en los que se gestan las relaciones entre hombres y mujeres, hasta llegar al asesinato provocado por el deseo y los celos. Lo cierto es que, con poca aceptación entre el público, y a pesar de las pérdidas generadas al teatro, se mantuvo en escena durante cuarenta y ocho representaciones en su primera temporada en París, trasladándose el montaje a Viena, donde fue aclamada por el público, convirtiéndose en una gran ópera desde ese momento hasta nuestros días.
La primera función tuvo lugar el 3 de marzo de 1875, destacando entre el público compositores como Massenet, Saint-Saëns y Gounod. La crítica no estuvo de su lado, siendo señalado principalmente por las características que englobaron el personaje femenino como mujer libre y seductora. Entretanto, tras el asombro y los señalamientos en París a su ópera, fallece su autor de un ataque al corazón el 3 de junio de 1875, a los 36 años de edad.
Argumento
Ópera en cuatro actos con música de George Bizet, inspirado en un libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy, basado a su vez en la novela de Prosper Merimée. Un breve preludio con los tres temas principales (casi como un leitmotiv) de la acción nos remonta en sus primeros acordes a Sevilla, en torno a 1820. El primero de ellos -en La mayor- es animado, vivo, festivo, y nos remite a la corrida de toros; el segundo pertenece al torero Escamillo, haciendo alusión al triunfo. Finalmente, el tercer tema corresponde al conocido “motivo del destino” de Carmen, que será marcado por la muerte.
Acto I
Una plaza de Sevilla frente a una fábrica de tabacos en la que trabaja Carmen, del otro lado un cuartel. Los soldados de Los Dragones del Regimiento de Alcalá contemplan a los transeúntes. Se acerca Micaela, una joven aldeana, y le pregunta al sargento Morales por el cabo don José. Este le responde que llegará con el cambio de guardia y la intenta convencer para que espere con los soldados, invitación que declina. Un toque de trompetas anuncia el cambio de guardia, aparece un grupo de niños cantando y marchando, imitando a los soldados. Don José -quien ha llegado a relevar a Morales-, se entera de la visita de la joven, presumiendo sería Micaela, amiga de la infancia. El teniente Zúñiga pregunta a don José por su amiga, pero las miradas quedan sesgadas por las cigarreras que salen a su descanso.
Las cigarreras cantan y fuman. Don José responde que son hermosas, pero de dudosa reputación. Las mujeres son llamadas con un toque de sirena para su regreso a la jornada, cuando aparece en escena Carmen, provocativa, bella y seductora. Todos los hombres coquetean con ella, mientras la gitana entona la habanera L’amour est un oiseau rebelle. Al finalizar arroja una flor desafiando al único hombre indiferente, don José. Irrumpe en sus pensamientos Micaela, y le entrega una carta de su madre; juntos entonan un dúo que evocan sus recuerdos de la infancia. En la carta le pide a su hijo se case con la muchacha.
Se oyen gritos de mujeres que proceden de la cigarrera. En la fábrica dos mujeres riñen, una hiere a la otra, Carmen es la agresora. José es enviado a detener a la mujer. Cuando se quedan solos, la gitana canta seductora una seguidilla en la que le hace promesas de amor para que la libere. Don José sucumbe ante el hechizo y la deja huir. Al compás del estribillo de la habanera, Carmen corre por las calles de Sevilla.
Acto II
Tras un breve preludio, se oye la canción de los dragones de Alcalá. Nos situamos esta vez en la taberna de Lilas Pastia. Carmen y sus amigas, Francisquita y Mercedes, se divierten con el teniente Zúñiga y otros oficiales, mientras disfrutan del grupo de gitanos que tañen la guitarra y bailan. Carmen entona una canción con pandereta y ahora todos disfrutan bebiendo y bailando, es una fiesta. La gitana se entera que don José ha pasado un mes en prisión por dejarla escapar, pero su condena ha finalizado.
Fuera de la taberna se oyen cantos y vítores, es la gente aclamando al torero Escamillo, quien acaba de triunfar en las corridas de Granada. Escamillo brinda con su aria del torero, que describe las corridas de toros, y le declara su amor a Carmen. Salen los soldados y el torero, antes de que entren Dancaire y Remendado, dos contrabandistas que le piden a Carmen y a sus amigas que participen en su próximo negocio. La gitana se niega, pues esta enamorada. Entra don José y, tras el aria de la flor, el militar se subleva y se una a los contrabandistas.
Acto III
Un dulce solo para flauta y arpa, exaltando la noche de una zona rocosa de Sevilla, introduce con un interludio el tercer acto. Los contrabandistas se refugian entre las montañas y preparan la entrega de su alijo. Mientras, Carmen desea ser libre otra vez, ya no siente tanto amor por el celoso don José. La gitana y sus amigas se echan las cartas: en destino solo ve la muerte.
Los contrabandistas se retiran y don José se queda vigilando la montaña, cuando aparece Micaela acompañada de un guía. Un disparo la hace ocultarse, es Escamillo. Los dos hombres conversan y el torero le cuenta al ex soldado que va en busca de Carmen, porque esta ha dejado de querer a su amante. Los dos hombres se retan en una pelea de navajas, que logran disuadir los contrabandistas. Escamillo se retira invitándolos a todos -especialmente a Carmen- a las corridas de Sevilla.
Micaela es descubierta en su escondite y le pide a don José que la acompañe al lecho de muerte de su madre, quien quiere despedirle antes de morir. El ex soldado le acompaña, no sin antes advertirle a Carmen -en tono amenazante- que regresará por ella. La gitana no hace caso a sus palabras, ahora solo piensa en Escamillo.
Acto IV
A las afueras de la plaza de toros de Sevilla se oye el último preludio, basado en composiciones de Manuel García. Fiesta, baile, vendedores ambulantes, todo un alboroto precede a la corrida. Hace su entrada la cuadrilla que antecede al torero, la muchedumbre grita de emoción y aparece Escamillo, de su brazo cuelga Carmen, hermosa y enamorada.
Escamillo entra en la plaza, mientras que Carmen lo espera en la entrada como es tradición. Sus amigas le avisan de que ha visto a don José entre la gente. Carmen, que dice no tenerle miedo, lo espera para hablar con él a solas. El ex soldado se encuentra débil, atormentado, celoso y desesperado, rogándole a la gitana que regrese con él. La mujer se niega, este enfurece y la amenaza con matarla, a lo que ella responde que libre nació y de la misma forma morirá. La orquesta ejecuta el acorde de Re menor distintivo del motivo del destino. Carmen recibe una puñalada mortal de José, quien cae sobre su cadáver desconsolado.
El Arreglito de la Habanera
El exotismo español, las diferencias culturales y las costumbres de vida, atrajeron a algunos compositores franceses y los llevaron a reproducir en sus obras rasgos musicales españoles. El prototipo de español que se creó fue el del andaluz, en el que se buscó recrear danzas, armonías y reflejar el acervo popular en su más pura expresión. Compositores como Claude Debussy con Soirée dans Grenade o la suite para orquesta Iberia, Emmanuel Chabrier en su rapsodia para orquesta España, Maurice Ravel con su famosos Bolero y Georges Bizet con Carmen, reafirman lo dicho.
Dicha singularidad se debió principalmente a la aproximación musical que se tenía en los círculos de París a través de los músicos españoles que residían en la ciudad de las luces; tal es el caso del tenor sevillano Manuel García y del alavés Sebastián Iradier.
Iradier fue profesor de canto de la emperatriz Eugenia y uno de los compositores españoles más conocidos del siglo XIX, tanto por ser uno de los grandes creadores de la canción como por introducir la habanera en el género de salón, llegando a considerársele por muchos años el creador de esta forma musical. De este mito se gesta la relación en la identificación de la habanera como ritmo y música españolas.
Sus canciones eran interpretadas en los más prestigiosos salones parisinos, donde se relacionó con cantantes, bailarines y músicos prestigiosos como Rossini, Monroy, Luis Viardot y Paulina García, siendo esta última quien lo introduce en los círculos parisinos, ingreso que le garantizó los encargos de obras con aires españoles
-especialmente cachuchas, boleros y fandangos-, que fueron recibidos con gran aprecio por los intérpretes.
En la capital francesa, el compositor contacta con Marietta Alboni, quien preparaba una gira a Estados Unidos, México y Cuba con Adelina Patti (aun promesa del canto). Emprenden el viaje 1857 y se introduce en la cultura de estos países; su contacto con los ritmos americanos, especialmente con las habaneras, será lo que le proporcionará su nueva forma de composición de canciones.
Durante su estancia en Cuba compuso su conocida canción La Paloma y El Arreglito, famosa habanera de Carmen, publicada por la Casa Heugel en París, en una colección homenaje a la reina de España Isabel II, con canciones españolas para piano y canto con textos en francés y español, indicando en la portada que eran interpretadas por Damoreau, Alboni, Adelina y Carlota Patti y la Viardot. Posteriormente esta colección se conocerá como Fleurs d’Espagne.
El Arreglito se estrenó en París en 1863, interpretado por Mila Traveli, en el Teatro Imperial Italiano. A Bizet le urgía un aria de obertura para su cantante Célestine Galli-Marie, quien previamente había rechazado doce composiciones del músico francés, y buscaba aires más gitanos, símbolo de españolidad. Bizet, a través de unas gestiones en la Biblioteca del Conservatorio de París, recibe la partitura de este tema, creyendo estar ante una pieza popular española. Así, la famosa habanera, L’amour est un oiseau rebelle es una leve modificación de la canción de Iradier.
Si comparamos el aria con la canción, podemos ver que la segunda tiene una estructura episódica con elementos dialogados. El Arreglito presenta un diálogo alternado entre el modo menor y mayor; seis compases introducen la parte A en Re menor, seguido de una transición en Re mayor. La parte B retoma la tonalidad menor, mientras que las partes C, D, C’, D’ y la coda se mueven entre la tonalidad mayor y la menor. Bizet toma el material de las dos primeras partes (A y B), pero lo más destacado es el uso de la melodía de la sección A: mientras que el descenso cromático de la canción de Iradier va de un Re4 al La5, Bizet lo amplia hasta el Fa#5 insertando algunas disonancias que le otorgan cierta sensación sombría.
Rítmicamente la fórmula de la habanera es sobre un compás de 2/4, con la repetición de las figuras corchea con puntillo-semicorchea-dos corcheas, de movimiento lento similar a un péndulo. Tanto Iradier como Bizet presentan este típico ostinato rítmico, la diferencia entre ellos radica en que el español no lo mantiene toda la obra (lo combina con negras o corchea-silencios) y el francés sí, a excepción de dos compases cadenciales.
Por otra parte, durante el preludio del IV acto Bizet recrea el polo Cuerpo bueno, alma divina del famoso tenor español Manuel del Pópolo García, nacido en 1775 y quien fuera el primer Almaviva en El barbero de Rossini. La obra, estrenada el 2 de febrero de 1804, forma parte de la ópera en prosa en un acto El criado fingido, la cual se representó hasta 1832 y que presuntamente haya sido encontrada por Bizet junto con El Arreglito, ya que estaban editadas en la colección Echos d’Espagne.
“Sin la música la vida sería un error”
Cuando Nietzsche se encolerizó con el que era su compositor favorito, Wagner, no dudó en “reubicarse” en lo antagónico. El gran filósofo alemán escuchaba por primera vez la ópera Carmen de Bizet el 27 de noviembre de 1881 en el Teatro Politearna en Génova, composición que le causaría gran satisfacción, llegando a disfrutar de ella en veinte ocasiones.
Sobre esta primera escucha el alemán le comenta a su hermana que vio una ópera titulada Carmen compuesta por un francés llamado Bizet, la cual era maravillosa. También le llegó a comentar a su amigo, el músico Peter Gast, que había encontrado algo bueno: una ópera del francés Bizet, Carmen, un talento puro de la opéra-comique francesa y que no debe confundirse con Wagner. Poco tiempo después el filósofo le obsequia a Gast una partitura de la versión para piano de la ópera.
Carmen de Bizet y la música se utiliza como término de comparación en su crítica de la ópera de Wagner. Nietzsche estaba entusiasmado con ese viaje a España que sentía cuando se interpretaba la ópera. Para él su existencia se relacionaba con la música, confesando que la vida sin música es un error, el dolor y el exilio.
Discos recomendados
“Solo soy una persona que canta, y así me gustaría que me recordaran”, fue la expresión que utilizó Victoria de los Ángeles en la celebración de sus cincuenta años de vida artística. Evocando su canto podemos encontrar una excelente grabación de la ópera Carmen realizada por Emi Classics. El disco corresponde a la serie “Great Recordings of the Century”, editado en 1959 y remasterizado en el años 2000. La Orquesta Nacional de la Radio Francesa y su Coro son conducidos por Thomas Beecham. El rol de Carmen es interpretado por la soprano Victoria de los Ángeles, pudiendo ser esta una de las pocas grabaciones que se tiene de la artista en este papel. La voz de don José corresponde a Nicolai Gedda, que destaca por su lirismo. Corresponde a Jannine Micheau personificar a Micaela y a Ernest Blanc a Escamillo.
Por su parte, la Deutsche Grammophon reunió a primera figuras para su disco de 1979. Mientras que la London Symphony Orchestra y The Ambrosian Singers se conjugaban bajo la dirección de Claudio Abbado, Teresa Berganza, Plácido Domingo, Illeana Cotrubes y Sherrill Milnes ofrecían sus voces a las notas de Bizet, emulando Berganza y Domingo su primera presentación juntos como Carmen y don José en el Festival Edimburgo.