
Discípula de Pujol y Pedrell, condiscípula de Granados, Albéniz y Viñes, Narcisa Freixas i Cruells (Sabadell, 1859-Barcelona, 1926), compositora y pedagoga, fue la primera mujer cuyas composiciones interpretó en concierto el Orfeó Català. Movida por el deseo de divulgar la música, fundó Cultura Musical Popular, donde cristalizaron criterios pedagógicos que llevaron la música a fábricas obreras, asilos, hospitales y centros penitenciarios.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
Éxito y renuncia
‘Usted tiene un don que Dios os ha concedido; guárdelo y no se aparte del camino emprendido. Sus Canciones son catalanas como la misma letra y las han hecho por exaltación de la palabra, como decía nuestro eminente Pedrell. Tu afectísimo, Enric Granados. Barcelona, 30 de noviembre de 1905′. (Tras la publicación de Cançons catalanes).
El 27 de abril de 1879, en su sección de ‘Espectáculos’, el periódico barcelonés La Publicidad informaba del rotundo éxito de La festa de l’ermita, ‘de la distinguida profesora señorita Narcisa Freixas’, estrenada en el Teatro Romea. La obra, subtitulada ‘fantasía descriptiva musical’ para orquesta, fue interpretada en homenaje al gobernador civil de Barcelona. Recibió tantos aplausos que debió repetirse. El crítico de La Publicidad elogió su ‘excelente melodía, conducida bajo un ritmo acertado, unido todo ello a una armonización que la resalta doblemente’; razones de esmerada factura que esperaba volvieran a escucharse en próximas creaciones de ‘la señorita Freixas’.
Menos de un año después, en marzo de 1880, la compositora contrajo matrimonio con Miquel Petit, médico miembro del Centro Médico Homeopático de Barcelona. Dejó su prometedora carrera musical para convertirse en esposa y madre. Su padre, el escritor y político Pere Freixas, presidente del Comité Regional Federal del Partido Republicano en Cataluña, exiliado en Francia por conspiración, se ocupó personalmente, con la ayuda de su esposa, Elvira Crudell i Ristol, de ofrecer a Narcisa —segunda de sus cuatro hijas— una educación en la que la cultura y las artes recibieron especial atención. Pere inculcó a sus hijas un pensamiento de honda raigambre catalanista que contaba, entre sus referentes, con el propio abuelo paterno, reconocido héroe de la batalla librada contra las tropas napoleónicas en el Bruc.
Decantada por la música, de regreso a Barcelona, Narcisa, de 17 años, comenzó a estudiar solfeo y piano con el pianista y compositor Joan Baptista Pujol, tras haber recibido en el entorno familiar las primeras nociones. En el panorama musical catalán de entonces surgían los primeros movimientos por librarse del gusto burgués por lo italiano. La música autóctona, alentada por figuras como Josep Anselm Clavé mediante la fundación de agrupaciones corales, contribuía a la educación colectiva en las zonas obreras. La otra gran contribución rupturista de Clavé fue la introducción de la música wagneriana en Cataluña.
Condiscípulo de Massenet y Bizet, Joan Pujol había estudiado en el Conservatorio de París. A su regreso a Barcelona se incorporó al floreciente movimiento modernista. Estimulada por Pujol, Narcisa firmó su primera composición en 1877, tras apenas un año de estudios con el pianista: La festa de les roses, una sardana estrenada con éxito en la localidad gerundense de Castelló d’Empúries. Otras obras significativas de este primer período creativo son la nana para piano Non-non, dedicada a una sobrina recién nacida, y Corpus, una marcha para banda concebida para ejecutarse en las calles durante la solemnidad religiosa. Tras la clamorosa recepción de La festa de l’ermita, sobrecogió a sus padres el temor de que Narcisa considerara dedicarse profesionalmente a la música. El temor pronto se desvaneció.
Para no embobecer
La muerte del padre, en 1897, y en especial, la de su hija menor, Matilde, el 13 septiembre de 1898, en La Garriga —localidad a la que se trasladó la familia para someter a tratamiento en el balneario a la niña—, marcaron el comienzo de un período de crisis en la vida de Narcisa. De los tres hijos habidos en su matrimonio con Miquel Petit, solo sobrevivió Josep María, entonces de 14 años, futuro médico al seguir los pasos del padre.
Narcisa abandonó la pintura y la escultura, disciplinas a cuyo cultivo se había entregado en privado —ya casada y madre— de la mano de los artistas Torcuat Tasso i Nadal y Modest Urgell. Por sugerencia de su marido, retomó la composición musical en el punto en que la había dejado veinte años atrás. Entre los motivos declarados, este que refiere la escritora feminista Margarita Nelken, publicado tiempo después de la muerte de la compositora, al recordarla: ‘Cuando murió su hija fue cuando Narcisa Freixas inició su obra. ‘Para no embobecer’, decía’ (‘El alma pura de Narcisa Freixas’, Blanco y Negro, 7-IV-1929).
En 1900, Narcisa publicó su primer libro de canciones infantiles, Cançons catalanes, una colección de once piezas de carácter popular para voz y piano sobre poemas de Arthur Masriera, Jacint Verdaguer, Rafael Nogueras, Martí Folgueras, Apeles Mestres, Jaume Collell, Àngel Montanya y Eveli Doria. La recepción fue extraordinaria: hubo trece ediciones, doce en catalán y una en español.
La crítica seguía refiriéndose a las Cançons —obras ‘que conoce de sobra todo amante de la buena música’—, cuando informó del ‘hecho singular de que entre los estrenos que para el concierto del domingo tiene anunciado el Orfeón Catalán figuran dos composiciones de doña Narcisa Freixas’ (La Vanguardia, 17-IX-1904). Era la primera vez que el Orfeó programaba a una mujer compositora.
Con la primera serie de las Cançons d’infants, publicada en 1905, Narcisa fue premiada en la Festa de la Música Catalana organizada por el Orfeó. El acto, concertístico y festivo, se celebró en el Teatro Novedades. Francesc Sitjà, poeta del que se incluyen varios textos en las Cançons, prologó la edición, ilustrada en estilo modernista por el dibujante Torné Esquius. También se incluyeron unas palabras de Pedrell dirigidas a la compositora: ‘Tiene razón vuestro poeta prologuista, preciada señora. Vuestras canciones […] las ha trenzado el corazón de una madre y la ternura de una artista. Por eso pueden lucir la corona de una doble maternidad, que colocaron en su frente a los hijos de sus entrañas y a las hijas de su inspiración’. La periodista y musicóloga Carme Karr Alfonsetti captó con justeza la esencia de las canciones al afirmar que ‘son sencillas, ingenuas y muchas de ellas bien frescas y gentiles’ (Revista Joventut, 21-VI-1906).
La segunda serie de las Cançons d’Infants, premiada en los juegos florales celebrados en la ciudad de Girona, vio la luz en 1909. Para entonces, Narcisa había fundado en La Garriga Cultura Musical Popular, escuela en la que, hasta su muerte en 1926, se impartieron gratuitamente clases de solfeo, canto y danza. Con la escuela comenzaron también los conciertos corales de difusión musical. Financiado por la compositora, el coro mixto llevó la música, en más de doscientos conciertos, a fábricas, asilos, hospitales y cárceles.
En 1916, Narcisa publica Cançons amoroses, con poemas de Nogueras, Sitjà, Apeles Mestres y Josep Carner. En 1919, el cuaderno Piano infantil. Ese mismo año, el 15 de abril, por su pureza melódica, su sencillez y valor educativo, las Cançons d’Infants fueron declaradas de utilidad para la enseñanza por el Ministerio de Instrucción Pública.
Resurgimiento
Narcisa Freixas compuso en torno a doscientas obras. Cien años después de su muerte, dicho repertorio —completamente olvidado— apenas se interpreta. Con todo, hay motivo de esperanza en su resurgimiento gracias a la labor de la pianista y musicóloga Ester Vela López, que ha registrado en compacto la obra integral para piano de la compositora (La má de Guido, 2019).





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