Couleurs du XXe siècle
Antoine Guerrero, guitarra
Da Vinci Classics C00960
Melómano de Oro
Couleurs du XXe siècle es más que un debut discográfico; es un recorrido íntimo por la paleta sonora de un siglo convulso y fascinante. Antoine Guerrero nos invita a transitar los claroscuros del XX con una guitarra que respira y, en ocasiones, parece quebrarse en un murmullo transparente.
Desde la evocadora delicadeza del Tiento Antiguo de Joaquín Rodrigo, donde las sonoridades andaluzas emergen como un eco de viejas iglesias y patios en penumbra, hasta la monumentalidad de las Variations sur un thème de Scriabine de Tansman, Guerrero despliega un virtuosismo sereno, exento de alardes, que convierte cada matiz en un acto de presencia consciente. Con Tedesco y su Capricho núm. 20, Obsequio al Maestro, la guitarra se torna teatro. Antoine se convierte en un narrador que conoce la ironía y el drama y nos traduce ese juego de contrastes en un discurso sonoro cargado de fraseos luminosos y silencios como pinceladas de misterio. El recorrido prosigue con las miniaturas de Vicente Asencio. La Serenor, La Calma y La Joia. Antoine nos ofrece esta selección de partes de la Collectici Intim como un tríptico de delicados haikus sonoros desde el que se destila la esencia del Mediterráneo. La guitarra se vuelve aquí una línea de horizonte; vibra con la luz suspendida de la tarde y la brisa cálida que apenas roza la piel. La Sonata núm. 2 de Carlos Guastavino, ‘el Schubert de la Pampa’, es el verdadero corazón emocional del disco. La guitarra llora y baila al ritmo de un malambo ancestral, regalándonos uno de los momentos más conmovedores del álbum, un canto sincero a la tierra y a la memoria de uno de los compositores más especiales de Argentina. El disco cierra con el Prélude pour la main gauche de Scriabin, en una versión íntima que no muestra la dificultad de la escritura, sino la transparencia de lo esencial. Como si, tras todo lo vivido, solo quedara lo imprescindible: un último acorde, la última respiración y el silencio.
Couleurs du XXe siècle no es solo un testimonio de madurez artística; es, sobre todo, una declaración de amor a la guitarra como vehículo de lo inefable.






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