Reseña | Y el canto de todas

Este disco es un mapa poético atravesado por un hilo de voces femeninas que pasea la historia y encuentra en la guitarra su puente de memoria y futuro. La selección se convierte en acto político y poético: rescatar la memoria de creadoras que soñaron melodías e ideas capaces de atravesar fronteras, sociedades, culturas y generaciones.

Desde la hondura de Violeta Parra que nos acerca a la aceptación del dolor y la esperanza en su Gracias a la vida que la voz de la tucumana Mercedes Sosa convertiría en himno universal; Chabuca Granda, cuya Fina estampa brilla con elegancia cotidiana y sensualidad latinoamericana; Chavela Vargas, con su rebeldía y su voz desgarrada que hizo del canto una forma de resistencia; la nostalgia enamorada de Consuelo Velázquez, en su Bésame mucho; y Ernestina Lecuona, que transformó el ingenio de la búsqueda de la intimidad en patrimonio compartido en su Solo a ti te quiero. Bajo el prisma de una mirada más instrumental, el álbum realza algunas figuras fundamentales de la guitarra: María Luisa Anido, figura clave de la guitarra clásica argentina, o Josefina Robledo, discípula de Tárrega, que supo tender puentes entre España y Brasil. Teresa Carreño y su hija Teresa Tagliapietra aportan la delicadeza pianística. Benigna Dávalos con su canto ecuatoriano y Lydia Mendoza con su fuerza fronteriza completan un mosaico donde la voz de cada mujer enciende una chispa de la memoria, alzando sus voces con la fuerza intrínseca de lo esencial reclamando su espacio desde la oscuridad.

Para esta labor, la guitarra y la interpretación de Rafael Serrallet —quien incluye una composición propia, homenaje a las víctimas de la Dana en Valencia— acompañada por la Sinfónica Filarmónica Nacional de Lviv, se alzan como voz femenina que transmite fuerza, deseo, duelo y esperanza. Otorgando un timbre nuevo a estas canciones emblemáticas y partituras olvidadas, la guitarra es más que nunca mujer, con su energía heterogénea y su capacidad de expresión infinita.

Por Sara Guerrero Aguado