El cuarteto de saxofones SIGMA Project, integrado por Alberto Chaves, Andrés Gomis, Ángel Soria y Josetxo Silguero, celebra casi dos décadas de trayectoria explorando nuevos repertorios y llevando la música contemporánea a escenarios de Europa y América Latina.
Por Susana Castro
Estáis inmersos en una nueva gira por Colombia y en el lanzamiento de un disco con compositores de ese país. ¿Cómo describiríais el vínculo artístico que habéis construido con la escena colombiana?
Josetxo: Este vínculo viene motivado por el desembarco que hicimos en Latinoamérica en 2012, concretamente en México. En todos estos años hemos construido en ese país un repertorio nuevo bastante amplio. En 2022 nos planteamos documentar ese trabajo. Es algo que solemos hacer en SIGMA después de trabajar cierto repertorio durante mucho tiempo. Así nació el cedé dedicado a México. Paralelamente comenzamos a movernos en otros países y vimos que en el caso de Colombia se estaban produciendo los mismos enlaces con compositores e instituciones que habíamos tenido en México, pero de manera más rápida. Nos sorprendió la cantidad de compositores y compositoras que hay, y con muy buena calidad, así que pensamos en hacer un disco. La clave vino de la mano del director del Teatro Mayor de Bogotá. Nos propuso celebrar en 2025 el 15.º aniversario del coliseo documentando la nueva creación del país.
Las tres instituciones que han apoyado este nuevo disco han sido el Teatro Mayor de Bogotá (encargos musicales), el Banco de la República (grabación, edición y masterización) y el Instituto Etxepare del Gobierno Vasco (apoyo para la realización de los viajes). Además, contamos con Mode Records (Nueva York), que ya nos había apoyado en la grabación de México. Con estos últimos estamos trabajando en los discos tercero y cuarto de esta serie en la que dedicamos música a diversos países. Investigamos qué música de nueva creación se está desarrollando en cada uno de ellos, realizamos encargos y los documentamos en disco. El siguiente lanzamiento será el de Brasil. Es un trabajo de investigación sobre la música que se está haciendo en otras latitudes que nos parece realmente interesante, ya que es una forma de enseñar en Europa otro tipo de escritura.
Andrés: La seña de identidad de SIGMA es lo conceptual. Por esa razón, somos una herramienta para la creación. A partir de este concepto musicológico, nos ponemos al servicio de la música. En el caso de los proyectos discográficos, y a la vista de la tendencia actual de realizar monográficos sobre compositores, pensamos que podríamos hacer monográficos de países y está funcionando de maravilla. Además, a los distintos países les encanta.
En noviembre regresáis a Brasil para participar en la Bienal de Música Brasileira Contemporánea. ¿Qué relevancia tiene para el cuarteto mantener ese diálogo constante con América Latina?
Ángel: El nivel de desarrollo del saxofón en América Latina está en un punto muy diferente al de Europa. La música que interpretamos suena novedosa, como sucede en el caso del monográfico colombiano. No hay agrupaciones camerísticas locales que toquen ese repertorio. Estamos construyendo un corpus musical autóctono que pueda servir a las futuras generaciones de cada país, que pueda contribuir al desarrollo del instrumento.
¿Qué aprendizajes os lleváis de la escena latinoamericana que no habéis encontrado en Europa?
Alberto: América Latina es muy grande y diversa, cada país tiene sus particularidades, pero siempre comentamos que el público es diferente al europeo. El público es joven, y no solo en edad, también en experiencia de escucha. Como no tienen tanta tradición sinfónica y camerística, muestran una gran apertura hacia nuestro repertorio y también hacia el clásico. Son inquietos y curiosos: siempre quieren aprender y preguntar. Los conciertos resultan entretenidos, con intercambios enriquecedores. En Europa esto se encuentra menos. El trato a los artistas también nos llama mucho la atención. Siempre nos hemos sentido como artistas pop, muy bien recibidos, hoteles increíbles…
¿Como si fuerais los Rolling Stones? [risas]
Josetxo: En la prensa mexicana apareció ese titular: ‘SIGMA Project, los Stones de la contemporánea’ [risas].
Alberto: Desde que pones un pie en el país están pendientes de todos los detalles, de que disfrutes su gastronomía, etc. El trato es exquisito y esto nos llena en todos los sentidos. Hay una gran diversidad cultural. Aunque muchos compositores tienen formación occidentalizada, mantienen la influencia de sus regiones. Para nosotros supone descubrir nuevas culturas. En Europa hay mucha más homogeneidad, pero en América Latina hay mucha identidad y lo disfrutamos.
Andrés: También hay un punto de pedagogía. Desde la perspectiva europea, estamos aprendiendo esa idea de honestidad, de la capacidad para sorprendernos que aquí hemos perdido en cierta medida. A veces en Europa vamos un poco ‘sobrados’ a los espectáculos, con muchas ideas preconcebidas. Allí no sucede. El público se abre en canal, confía en el artista y se entrega a él.
En 2026 estrenaréis Undersongs de Chaya Czernowin, escrita expresamente para SIGMA Project. ¿Qué expectativas tenéis ante este proyecto?
Ángel: Como ha dicho Andrés, en SIGMA somos un instrumento para la creación. A partir de este lema siempre hemos intentado trabajar con los mejores, precisamente para que, cuando ya no estemos aquí, ese repertorio perdure y que el cuarteto de saxofones se ponga al mismo nivel que el cuarteto de cuerda. Después de una larga espera, hemos conseguido que Chaya, uno de los grandes nombres de la escena actual, le dedique tiempo al saxofón, explore sus particularidades y lo que hace que sea un instrumento camaleónico y adaptable. Hace un año tuvimos una jornada de trabajo con ella en Madrid y fue muy próspera. Las expectativas son altas, le hemos puesto mucho cariño a este proyecto.
Andrés: Desde el primer correo que le escribimos nos dijo que sí a la colaboración, pero se ha dilatado en el tiempo porque tiene mucho trabajo. Siempre nos dijo que estaría listo para 2026 y lo ha cumplido.
Después del estreno en mayo en el RESIS 2026, la obra viajará a escenarios como Alemania, Polonia e Inglaterra. ¿Qué significa para vosotros consolidar vuestra presencia en festivales como Huddersfield o Warsaw Autumn?
Andrés: Significa mucho. Este público es mucho más especializado que el americano y muchas veces hay una selección caprichosa en torno a la música contemporánea. Los ciclos solo programan a los compositores y compositoras más novedosos, que están más en boga, así que crear un circuito en torno a la novedad es complicado, no tanto por el cuarteto en sí, sino por el nombre de los compositores. Que nosotros hagamos esta apuesta por Chaya y que gracias a eso se nos abran las puertas de estos grandes festivales es un auténtico orgullo, estamos muy felices. Hemos tenido otras experiencias en Francia, Austria o Alemania, pero en un circuito más cercano al saxofón, no tan importante, por lo que estamos encantados con que sean los programadores los que nos llamen a nosotros. El cuarteto de saxofones todavía no está normalizado en el gran circuito europeo. Es cierto que hay muchos compañeros y compañeras presentes, pero casi siempre en segunda división. Estamos orgullosos de seguir insistiendo en situar al saxofón donde se merece: al lado de las grandes agrupaciones internacionales.
En 2026 realizaréis una colaboración con una de las grandes orquestas sinfónicas españolas. ¿Qué posibilidades creativas se abren cuando un cuarteto de saxofones dialoga con una formación orquestal?
Ángel: Esta pregunta ha traído un recuerdo a mi cabeza: el estreno de Izarbil de Félix Ibarrondo. Esta ha sido una de nuestras experiencias sinfónicas más fuertes y a nivel personal me ha marcado mucho. Popularmente se dice que el saxofón tiene mucha potencia, mucha capacidad dinámica, y es algo que los compositores pueden explotar, como hace Félix en ese concierto, enfrentando el sonido de los saxofones con los metales, pero también con el aspecto melódico y expresivo de la cuerda. Hay un mundo por explorar según la capacidad fantasiosa de los compositores.
Alberto: SIGMA es un grupo que genera repertorio, que está constantemente trabajando con los compositores, dándoles voz a través del saxofón, como ocurre con los ciclos que hemos desarrollado con Posadas o Sánchez-Verdú. También vamos abriendo poco a poco otra vía, la del cuarteto de saxofones con orquesta, en la que no hay mucho repertorio, así que poder exponer al instrumento como solista abre muchas puertas a la creatividad de los compositores y a poner a prueba su inventiva, desarrollando todas las posibilidades del instrumento. La idea de SIGMA es estar constantemente proponiendo y ver hasta dónde nos llevan.
Andrés: Los compositores que prueban la delicatessen del cuarteto de saxofones con orquesta nunca lo olvidan [risas].
En vuestra relación con los compositores más jóvenes, ¿qué cualidades valoráis a la hora de encargar una nueva obra?
Andrés: Es un maridaje de varias cualidades. Exploramos dos grandes vías. Primero, fomentar la nueva creación de los jóvenes compositores, ya que es complicado que tengan un espacio donde entrenar y desarrollar su actividad. Y, segundo, contar con grandes nombres que nos interesan estéticamente y pueden desarrollar un buen trabajo. Son dos tipos de gestión muy diferentes. Valoramos, tanto en un caso como en otro, su inquietud por el instrumento y su estética, su forma de tratar el sonido en las obras que ya han creado.
¿Cómo creéis que perciben los jóvenes saxofonistas vuestro trabajo?
Alberto: La cuestión de los jóvenes es complicada. Soy el más joven del cuarteto y, aún así, siento que las nuevas generaciones están a una distancia enorme. Aunque queramos estar actualizados y trabajar con equipos de gestión de redes y comunicación, el mensaje, la forma de transmitirlo y la forma de dialogar con ellos es compleja. Todo cambia tan rápido que es difícil consolidar un canal directo con las generaciones más jóvenes. En nuestro caso, como todos somos profesores, estamos muy ligados a los jóvenes a través del diálogo directo y la experiencia cotidiana en el aula.
Creo que en España y, en general en Europa, se reconoce la actividad de SIGMA, y no solamente en el campo del saxofón. Se nos ve como un grupo que genera repertorio, que tiene circuito y que tiene experiencia, estamos consolidados.
Andrés: Nos sentimos como defensores de una línea de investigación, algo que seguramente no atrae tanto a los jóvenes por todo lo que tiene que ver con la inmediatez. Lo fácil es la imitación, tocar mil notas por segundo; a nivel de desarrollo técnico son espectaculares y quieren mostrar lo que saben hacer. Pero la investigación viene cuando uno ya es más maduro y más reflexivo. Los jóvenes no nos ven como ídolos, nos ven como los ‘raros’. Ven que nuestro camino es interesante para seguir, pero tienen dudas y siguen por el camino de hacer que su saxofón eche fuego [risas]. Somos pacientes: seguimos con nuestro trabajo, mostrando estas nuevas músicas que creemos que van a perdurar.
Tras casi dos décadas de trayectoria, ¿cómo describiríais la identidad actual de SIGMA dentro del panorama internacional de la música contemporánea?
Ángel: Nuestra identidad nos la da el repertorio que hemos generado; la música nos trasciende.
Andrés: Lo difícil para nosotros es lograr una temática transversal, es algo que cuidamos mucho. Tenemos un concepto y a partir de ahí salen las obras, cuando la mayoría lo hace al revés. Esa diferencia es lo que hace que las obras que proponemos sean tan distintas entre sí. No estamos centrados en buscar cuál es nuestra aportación, sino que llevamos adelante los proyectos con mucho trabajo y dejamos que sean otros los que nos valoren.
En 2018, cuando Ángel estaba trabajando en el Conservatorio Superior de Música de Castilla y León dirigió el Trabajo de Fin de Grado de Juan Carlos Entrambasaguas, que hacía un repaso por los primeros diez años de SIGMA. Ahí pudimos constatar que llevábamos realizados 45 estrenos (ahora vamos por 85), ¡nosotros no habíamos llevado la cuenta! Como decía Picasso, a nosotros los proyectos siempre nos pillan trabajando.





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