La ruta de Don Quijote

Por Antonino Castañer Llinares

Doctor en Historia, profesor y pedagogo

Hace 93 años, el 8 de enero de 1931, el diario republicano El Luchador de Alicante publicaba un artículo donde daba a conocer la noticia de que el Teatro Calderón de Madrid había aceptado el estreno de la comedia lírica en tres actos La ruta de Don Quijote, con ‘letra de Javier de Burgos y música de Rafael Rodríguez Albert y Joaquín Candela Ardid’. Su presentación estaba prevista para el 23 de abril de ese mismo año, a cargo de la compañía del gran Federico Moreno Torroba, bajo patrocinio y apadrinamiento del alicantino Óscar Esplá Triay.

Realmente, la obra, preparada y dada a conocer un año antes (1930), había constituido un trabajo de ‘colaboración musical’ entre un joven compositor alicantino, Rafael Rodríguez Albert (1902-1979), de 28 años, invidente desde la infancia y nombrado ese mismo año profesor de armonía y piano del Instituto Provincial de Ciegos de Alicante y el que era su amigo, mentor y oftalmólogo, el también compositor Joaquín Candela Ardid (1886-1947), de 44 años, natural de Crevillent (pero afincado en Alicante), que estaba estrenando en esos momentos su sátira El belén municipal en un teatro de la ciudad.

El texto del libreto era obra del dramaturgo y poeta madrileño Francisco Javier de Burgos Rizzoli (1885-1971) —al que Candela había solicitado colaboración tras haber trabajado con él en otras composiciones propias como ¡Gloria a Cervantes! o El clown bebé—; con la participación también del periodista y diplomático hispano-cubano Alfonso Hérnandez-Catá (1885-1940).

Hacía constar el periódico: ‘literato y músicos se contagiaron de la lírica fantástica del caballero de la triste figura y con él van por las rutas de la exaltación artística más cálida’, destacando la labor de Rodríguez Albert, vinculado desde pequeño con tierras manchegas y volcado en el proyecto: ‘ha puesto nuestro amigo y paisano Rafael Rodríguez Albert, mucho de su técnica singular y su inspiración audaz y moderna, porque estuvo enamorado de las situaciones líricas que el libretista ha acumulado en el libro’.

Coincidiendo la fecha del estreno con la proclamación de la Segunda República en España (abril de 1931), los ensayos de la obra, catalogada en Madrid ‘de alto valor literario y musical’, se demoraron casi un año, quedando previsto su inicio el lunes 23 de febrero de 1932 a cargo la Junta del Teatro Lírico Nacional (presidida por Óscar Esplá). Al final, la preparación tampoco se llevaría a término y la obra sería sustituida por la aclamada Luisa Fernanda del propio Moreno Torroba, para, un año después (mayo de 1933), tras el estreno de la Carmañola de Francisco Alonso, quedar todo ‘en suspenso’, sin que finalmente llegara llevarse a término —posiblemente por temas de presupuesto—.

Catorce años después del ‘truncado proyecto’ (1/11/1947), y fallecido meses antes el compositor y oftalmólogo Candela Ardid (61 años), la revista musical Ritmo daba a conocer que la Orquesta Sinfónica de Radio Nacional de España estrenaba la pantomima ‘Las bodas de Camacho’, perteneciente al final del segundo acto de dicha zarzuela, que figuraba como ‘obra inédita’ y donde se hacía constar como autor a un reconocido Rodríguez Albert, que a partir de ese momento quedaba ya en Madrid como ‘único compositor musical’ —la obra, de hecho, sería presentada por este al Concurso Nacional de Teatro Lírico (1950) y el premio finalmente retirado—.

En Alicante, por su parte, tres años después de fallecido el Dr. Candela, su hijo Joaquín Candela Magro, delegado provincial de la Sociedad General de Autores, promovería la presentación de la obra a la compañía de zarzuela de Manuel Gas (audición privada acontecida en el Teatro Principal el 6/3/1950), con intención de incentivar su ensayo y estreno, que no llegaría tampoco a materializarse.

Las últimas representaciones de la parte correspondiente a ‘Las bodas de Camacho’ tendrían lugar en 1960, a cargo de la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por el alicantino Vicente Spiteri Galiano (1917-2003), y Orquesta Sinfónica Alcoyana, bajo la batuta de José Juan Pérez (1900-1968).

Transcurrido casi un siglo desde su composición y tras la recuperación llevada a término por el alicantino Gustavo Sánchez López, la presentación de una versión de concierto acontecida el 4/11/2023 en el Herbert & Nicole Wertheim Performing Arts Center de Miami ha dado pie al estreno definitivo de la versión escénica en España el sábado 14 de septiembre de 2024 en el Auditorio de la Diputación Provincial de Alicante (ADDA), a cargo de la Camerata Antonio Soler, Ballet Español de Murcia y Orfeón Crevillentino, siendo coproducción de dicha orquestra y la Herbert & Nicole Wertheim School of Music, de la Florida International University de Miami (EE. UU).

En cuanto a la obra original y desarrollo del proyecto, resulta cuanto menos paradójico ver que en la publicidad del estreno aparecía como único y estelar autor musical de la zarzuela aquel reconocido pianista ciego que tanto éxitos y premios brindó a la ciudad de Alicante (Rafael Rodríguez Albert), mientras quedaba relegado al final de la autoría, en calidad de colibretista (?), el oftalmólogo y compositor que propició y materializó musicalmente la ilusionada obra de su discípulo invidente (Joaquín Candela Ardid).

Sin desmerecer la obra del extraordinario Rodríguez Albert, creemos de justicia que se reconozca también la coautoría musical del Dr. Candela, que no solo fue un destacado médico alicantino (compañero de estudios de Gregorio Marañón en la Universidad Central de Madrid, profesor del Instituto Rubio y del Hospital General de Madrid y fundador del Instituto Antitracomatoso de Alicante), sino también un gran compositor y violinista formado en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (compañero de Joaquín Turina y Conrado del Campo), y que cuenta en su haber con más de 40 obras musicales inéditas —algunas de ellas premiadas y estrenadas en los principales teatros de España—, estando además reconocido como uno de los padres de la Musicoterapia en España.

¡Una representación extraordinaria! ¡Qué pena no se extrapole y pueda disfrutarse también en otros escenarios de España!