Por Constanza Erkoreka
Usted debutó en el mundo de las grabaciones con un álbum dedicado a Franz Liszt, y lo hizo con Sony Music. El disco se publicó en una edición especial en digipack con fotos y una película corta. Háblenos sobre este CD, en el que interpreta obras tan difíciles como Mephisto Waltz num. 1, Sonata en si menor, Liebestraum, entre otras…
Elegí a Liszt para mi primer CD porque en mi opinión fue un músico muy completo con una personalidad fascinante. Fue alguien muy interesante, con una vida ejemplar y muy intensa: pianista, compositor, director de orquesta, profesor, abad, fue también un buen hijo, un buen padre, su vida sentimental también fue intensa como hombre apasionado que era y su vida fue bastante larga. No sé si lo que se escribe sobre él o las películas sobre su vida tienen una parte de leyenda, pero todos estos aspectos se pueden encontrar en su música. Vivió su vida con intensidad. De alguna manera, en este álbum he podido mostrar yo también muchas facetas de mí, prácticamente todas, algo muy importante cuando una graba por primera vez. Para mí representa una etapa de mi vida que he dejado en esta grabación.
Esta pregunta me parece muy buena. Como bien ha dicho, Liszt revolucionó la técnica pianística como ningún otro compositor ni pianista lo había hecho hasta entonces, ni Beethoven, ni tan siquiera Chopin, aunque ambos compusieron grandes obras para piano, muy difíciles. Este instrumento estaba ya muy desarrollado en la época de Liszt, como los pianos de la Maison Pleyel, por poner un ejemplo. Liszt llegó lo más lejos que pudo con la técnica, pues intentaba comprender todas las contradicciones y superar todas las dificultades existentes, le gustaba descubrir la capacidad sonora de este instrumento. Stravinski también innovó mucho en este sentido, aunque la técnica es completamente diferente. Los dos compositores crearon obras muy difíciles de interpretar, técnica y musicalmente hablando. Pero desde el punto de vista del virtuosismo, Liszt compuso las obras más difíciles. Cuando escuchó a Paganini tocar el violín, Liszt se propuso conseguir lo mismo con el piano.
Continuando con la técnica pianística, hay pianistas tan obsesionados con que cada nota tenga la sonoridad justa, precisa y exacta que incluso “calculan” el peso que se les debe dar con el brazo. Los hay también que aplican a la música técnicas de relajación, como la técnica Alexander, y prestan mucha atención a la posición de las manos, de las muñecas y los hombros. Usted toca con fuerza y rapidez. ¿Qué relevancia tienen para Usted estas cuestiones?
Más que de fuerza yo, en mi caso, hablaría de energía. Pero la verdad es que yo no me obsesiono con ninguna técnica en particular. Procuro no pensar demasiado en esas cosas y tocar el piano como lo siento, de una forma instintiva, libre, acorde con mi fisiología. Lo importante es hacer música con sentimiento, con la mente despejada y de una manera sincera. Por supuesto que cuando uno empieza a estudiar el piano desde la infancia aprende a colocar las muñecas y los dedos de una determinada manera y a no forzar ni tensar los brazos o las muñecas. Adquirir una buena técnica es la base. Pero yo nunca he tenido dolores musculares, de modo que nunca he tenido la necesidad de aplicar ninguna técnica de relajación, aunque entiendo que si algunos pianistas tienen problemas de ese tipo se preocupen por utilizar determinadas técnicas.
Otro virtuoso al que Usted admira es el compositor y pianista ruso Sergei Rachmaninov. Al igual que Liszt, era un genio del piano y exploró a través de sus obras las posibilidades sonoras de este instrumento musical…
Rachmaninov es uno de mis músicos preferidos, no sólo como pianista, sino también como compositor. Su música es única, de una belleza indescriptible, es la belleza por la belleza, llevada a su máxima expresión. La música de Rachmaninov es tan diferente, tan personal y tan bonita que dan ganas de llorar, me emociona mucho.
Sí, admiro a todos ellos y a algunos más, aunque Martha Argerich es mi favorita, sin duda alguna. He tenido la oportunidad de escucharla en vivo, más que a otros grandes pianistas. Me parece una gran artista, con mucha personalidad. Me gusta mucho su manera de interpretar, muy sentida y personal. Es la pianista del s. XX que más me ha marcado e influenciado.
Comenzó a estudiar el piano con su madre. ¿Hay una larga tradición musical en su familia?
No, no hay tanta tradición musical en mi familia, la verdad. Mi madre es una apasionada de la música y del piano, y le hacía ilusión presentarnos a mi hermana y a mí cuando éramos muy pequeñas. Y yo con el tiempo también me fui convirtiendo en una apasionada del piano. Me parece un instrumento muy completo, que aúna la sonoridad de las cuerdas y de la percusión, es un instrumento casi perfecto, aunque no me gusta la palabra “perfecto”. El piano es un instrumento polifónico con posibilidades casi orquestales.
Usted abarca un amplio repertorio, con compositores clásicos, románticos y también música del s.XX…
Sí, interpreto las obras que me gustan y que me transmiten algo especial, independientemnte de la época a la que pertenezcan, probablemente por la sinceridad a la que me he referido anteriormente. Toco Bach, Haydn, Mozart, Beethoven, Chopin, Schumann, Liszt, Brahms, obras de compositores rusos como Shostakovich o Stravinsky, y también más contemporáneos, como Boulez, que me parece muy interesante, Berio, Xenakis, e incluso algunos compositores de Georgia cuya música me gusta, aunque no porque sean georgianos. También me interesa el folklore, pero no investigo ni busco especialmente nueva música, porque apenas tengo tiempo y ya hay músicos que hacen eso y se dedican más especialmente a la música actual. A mí me gusta la música de todas las épocas, lo importante es lo que ésta comunica al intérprete y éste/a al público, por extensión.
Y también ha ofrecido conciertos de música de cámara y recitales en solitario…
Sí, me gusta mucho tocar con agrupaciones musicales distintas y también tocar en solitario. La experiencia de interpretar de esta forma es completamente diferente. Además, hay obras de música de cámara que son preciosas, como también lo son las Sonatas, las Fantasías, los Valses, y tantas otras.
Usted se ha presentado a concursos de piano, como el Concurso Internacional Horowitz para Jóvenes Pianistas en Kiev en 2003, o el Arthur Rubinstein Piano Master Competition en el año 2008….
Sí. En mi opinión los concursos son una experiencia por la que hay que pasar, pero yo dejé de presentarme a concursos bastante pronto. Gané el Primer Premio del Concurso Horowitz y la Medalla de Bronce del Concurso Arthur Rubinstein, entre otras menciones especiales, y me pareció suficiente con aquellas experiencias. Me tomaba los concursos como un concierto, como recitales, porque no comparto el espíritu de competición que fomentan entre los músicos, esa idea de que hay que ser el mejor. Cuando uno gana, no gana realmente, y cuando pierde tampoco pierde realmente. Además, ganar no significa que uno luego vaya a tener una carrera interesante. Algunos pianistas se obsesionan con los concursos y siguen presentándose hasta pasados los 30. Yo creo que lo importante es hacer música, el Arte, tocar con sentimiento; competir es algo secundario a mi modo de ver, es lo que menos me importa.
Destacados:
“Liszt era un hombre fascinante y de gran vitalidad”
“Dejé de presentarme a concursos pronto, no me gusta el espíritu de competición que fomentan entre los músicos”
“La técnica es la base, pero lo realmente importante es tocar con sentimiento, de una forma libre y sincera”